Marcial Gamboa cmf
Parroquias de Riosucio-Carmen del Darién. Chocó
En defensa de la identidad de los pueblos indígenas. Construyendo Paz
Los pueblos indígenas son los pueblos originarios de América; ellos fueron los primeros en esta tierra de Colombia. Han resistido en su territorio, viviendo en lugares lejanos con miles de problemas; ahora están viviendo en sus “resguardos”. En ellos, conservan la cultura de convivencia familiar, manteniendo en sus casas las mínimas condiciones de habitabilidad, sin agua potable, sin alcantarillado, sin carretera, caminando por trochas y montañas. En los “resguardos” es donde armonizan sus saberes ancestrales y su cultura; ellos les permiten trasmitir el calor de la alegría en la convivencia comunitaria, viviendo felices con sólo tener, un techo, un suelo y las paredes de su casa. Estos pueblos originarios habitan un territorio extenso donde caminar, sentir en su cuerpo la relación con la madre naturaleza y armonizar con los espíritu con ella.
Cuando un pueblo puede vivir su identidad cultural con sus tradiciones, se vive sin miedo, sin restricciones, sin dolor, sin sobresaltos en su territorio. Vivir enraizados en la tierra de la propia cultura, permite reconocerse como hermanos de la misma sangre; permite expresar la alegría al ver salir el sol radiante en el filo de la montaña; escuchar el canto de las aves en los copo de los árboles; oír el canto de los llago en el patio de mi casa; ver a los hijos sonreír en la mañana; poder ver cuando las llamas de fuego del hogar cubren la olla de la mujer que prepara el desayuno.
Vivir desde la propia identidad cultural, en el territorio propio, permite coger el machete y el hacha y salir a caminar por la montaña; saludar el espíritu de la selva que nos rodea, recargándonos del oxígeno que corre por las venas como una gran enredadera que teje la vida. Todo esto, se expresa sonriendo con el pueblo plantando, en su corazón sincero, las semillas que sembraron los ancestros; semillas de convivencia sana, sin ningún interés, que hacen compartir todo en comunidad, llenando la existencia de alegría y paz respetando la vida.
En defensa de la identidad del pueblo afro-colombiano. Construyendo Paz
Entender al pueblo afro-colombiano, en su relación campo-poblado, nos permite comprender su convivencia armónica con la naturaleza; sólo tenemos que contemplar su forma de hacer uso y manejo de suelo, sin hacer daño a la Casa Común, a la Madre Tierra. El afro-colombiano entiende la naturaleza en el territorio como su mayor fuente de vida, económica, social y espiritual; por esa razón, enraizada en su cultura, aprendió a cuidar la tierra haciendo del territorio su principal aliado.
Por ejemplo, las tierras de una familia afro-colombiana siempre fueron adquiridas por herencia familiar, que ha pasado de generación en generación, siempre haciendo buen uso del suelo. La tierra, para los afro-descendientes, se divide en: monte viche, montes hecho y rastrojo y montaña primaria, que se deja descansar por varios años. La familia afro-colombiana siempre siguió la tradición del cultivo “de pan coger”, realizado en pequeños terrenos de tamaño suficiente para alimentar la familia simplemente con el objetivo de que no falte el pan cada día.
El afro-colombiano tiene un alto conocimiento de las fecha de siembra, escogiendo y preparando los terrenos, para el cultivo de arroz, maíz, caña, plátano, frutales, con mucha capacidad de conservar las semillas cada año. Siempre buscó como prioridad mantener un entorno seguro en el hogar; sin competir por tener más que los otros del poblado y sin alterar el ambiente. De esta manera vive en la Casa Común en armonía con su fauna y su flora, utilizando sus recursos de manera sostenibles y racional.
La minería artesana es parte de la vida económica del afro-colombiano que, ante la poca oportunidad laboral, se enfrenta a la piedra y al agua trabajándola con el cacho, el amocafre (azadón), el canalón, la batea, barretón, la aventadora o el totumo. Han afrontado las inclemencia climática de su territorio, con la exclusión social que viven los pueblos mineros, y han hecho de esta práctica un sustento de la familia; siempre sin contaminación de las fuente hídricas ni destrucción el medio ambiente.
Los afro-colombianos y los pueblos indígenas siempre han construido paz en medio de la condición de abandono, vivida en esta región chocoana, sin una práctica destructiva; siempre han buscamos la conservación del mundo entorno.
Defendiendo tradiciones y derechos, para construir la Paz
Los Claretianos, desde su carisma misionero, junto con con los pueblos afro-colombiano e indígena, han dedicado tiempo a la construcción, político, social, cultural y organizativa de las etnias colombianas.
Los Claretianos hemos caminado con ellos, con su visión de convivencia con el territorio donde nacieron y crecieron sus ancestros. Hemos buscado “empoderándolos” desde sus tradiciones, donde el anuncio del Evangelio se trasforma en resistencia arraigada, como la semillas que caen en tierra, germina y da mucho frutos. Este trabajo de recuperación de la identidad y de empoderamiento de los pueblos afro-colombiano e indígena, se continúa a través de la formación de líderes y la creación de organizaciones étnico territoriales. El acompañamiento a líderes y comunidades, permite responder a las exigencias y visibilidad de los derechos adquiridos ancestralmente en el territorio, a través de sus prácticas de conservación y uso del suelo. Los Misioneros Claretianos, a través del anuncio del Evangelio de liberación y justicia, impulsamos diferentes dinámicas de paz en el departamento del Chocó :
Organización indígena OREWA, (Organización Indígenas Embera Waunana) del departamento del chocó entre los años 1979 y 1983 quien represento los resguardos indígenas y cabildos mayores.
La asociación (ACIA Asociación Campesina Integral del Atrato) entre los años 1983 al 1985 con personería jurídica, quien lidero la primera organización campesina del medio Atrato.
En el bajo Atrato la ASCOBA (Asociación de Consejo Comunitario del Bajo Atrato)
La presencia de la misión claretiana, en el Alto, Medio y Bajo Atrato, fue fundamental en la toma de conciencia crítica, ambiental y política, que nacen de los proceso organizativos, formativo y de incidencia territorial del Pacifico colombiano.
Los Misioneros Claretianos, fueron capaces de entender la capacidad de lucha y resiliencia de las comunidades afro-colombianas e indígenas de este país que, por muchos años, vivieron sin tener un reconocimiento como sujeto y comunidad de derechos.
La misión claretiana de la mano con los líderes de las organizaciones campesinas, defendieron ante el Gobierno Nacional y el Senado de la República, el derecho a la tierra de los pueblos del Chocó. Sus acciones conjuntas rompieron el paradigma de que el territorio era un escenario vacío, por otro en el que el Chocó estaba poblado y habitado por las comunidades originarias y los pueblos afro-colombiano, raizales y palanquero. Esta realidad fue visibilizada y reconocida en la nueva Constitución de Colombia en 1991, que hace de Colombia un país étnico y pluricultural.
Logros de reconocimiento de derechos. El camino hacia la verdadera Paz.
- Este logro de reconocimiento permitió a los Misioneros Claretianos, seguir trabajando el fortaleciendo organizativo de los pueblos étnico territoriales en la implementación de la ley 70 de 1993 para el pueblo afro-colombiano.
- Las titulaciones colectivas de los territorios de los afro-colombianos
- El saneamiento de los resguardo indígenas
- La creación de nuevo “resguardos” indígenas
- La reivindicación de los valores en el trabajo de la mujer afro-colombiana e indígena en el territorio
- Resaltar el sentido y la importancia de mantener viva las expresiones culturales; como su canto de Alabao, su danza, el rezo fúnebre otras.
- Incidir que la nueva generación pueda construir un plan de vida en sus comunidades
- Seguir siendo luz de esperanza del caminar de los pueblos siendo el eje trasversal la palabra de Dios, para ser foco de confianza en la vida de los habitantes que desarman los corazones en una vida digna.
Marcial Gamboa, CMF