«Porque para esto fuisteis llamados»
(1 Pe 2, 21)
A tres meses de nuestra llegada a Argentina y del inicio del noviciado, hemos confirmado que este tiempo ha sido una auténtica gracia divina, cuyo mayor don se resume en una sola palabra: encuentro. Esta experiencia nos ha permitido compartir una etapa fundamental de la vida misionera con hermanos de distintas procedencias, edades, culturas y trayectorias personales, todas unificadas por el llamado de Dios.
Al establecernos en Córdoba, Argentina, fuimos recibidos con calidez y hospitalidad por el equipo formativo: los PP. Francisco Guillermo San Martín, CMF (Superior), Marcos Garnica, CMF (Maestro), y Marcio Silva Souza, CMF (Ecónomo), así como por la comunidad de novicios de la generación 2024, quienes se preparaban para su primera profesión religiosa. Desde el primer momento, prevaleció un ambiente de apertura y fraternidad que nos permitió integrarnos con naturalidad, facilitando tanto la convivencia como la adaptación a nuestro nuevo hogar.
El 5 de Enero de 2025, en un solo coro, expresamos nuestra petición de comenzar el noviciado en el rito de inicio, la cual fue acogida por el P. José Abarza, CMF, provincial de San José del Sur, quien nos dio la bienvenida oficialmente. Esta dicha se acrecentó aún más cuando, al día siguiente, en la solemnidad de la Epifanía, fuimos testigos de la profesión religiosa de 14 hermanos, quienes, en un acto generoso de respuesta al llamado de Dios, se comprometieron a vivir según el carisma claretiano bajo la consigna de los consejos evangélicos.
La nueva comunidad del noviciado está conformada por 13 novicios y 3 misioneros encargados de nuestra formación. Sin demora, nos dedicamos a la organización y planificación del año, familiarizándonos con el proyecto comunitario y el ritmo de vida cotidiana.
Los ejercicios espirituales no se hicieron esperar. Este espacio, guiado por el P. Marcos Loro, CMF, de Brasil, nos permitió profundizar en nuestra relación con Dios, haciendo hincapié en la oración personal como un elemento fundamental para aprovechar esta etapa formativa.
A lo largo de este tiempo, hemos cultivado diversos espacios de crecimiento. En primer lugar, la oración comunitaria, la lectio divina, la Eucaristía diaria y los días de retiro. En segundo lugar, las reuniones comunitarias y otros momentos de convivencia, como el deporte y las noches culturales, que han fortalecido nuestros lazos de fraternidad.
Cada novicio aporta su carácter y ritmo particular, lo cual, lejos de ser un obstáculo, ha favorecido una convivencia sana, caracterizada por el optimismo, la alegría y la disposición de todos.
La formación ha sido integral, abarcando desde clases de canto, estudio de las Constituciones, vida del Padre Claret e historia de la Congregación, hasta entrevistas formativas y diálogos entre hermanos, que han enriquecido aún más este proceso. A esto se suman las experiencias de voluntariado con presos y enfermos terminales, así como la pastoral en parroquias, que avivan en nosotros el fuego misionero.
Recientemente, recibimos con entusiasmo los destinos para la Semana Santa, una noticia que nos llenó de gozo, pues nos permitirá compartir la fe con el pueblo argentino, conocer sus realidades y ser testigos de esperanza. Además, seguimos profundizando en nuestra espiritualidad cordimariana gracias a un taller en el que participamos recientemente.
Con gratitud y esperanza, asumimos los desafíos de este proceso, conscientes de que cada día es una oportunidad para profundizar en nuestra entrega misionera. Como nos recuerda el Padre Claret: «El amor de Cristo nos urge» (2 Cor 5, 14), y es este mismo amor el que nos impulsa a continuar nuestra búsqueda en el camino de configuración con Cristo.
Finalmente, nos encomendamos a sus oraciones para que podamos llevar a buen término este proceso y alcanzar el propósito para el cual hemos sido llamados.


Noviciado Claretiano MICLA
Córdoba, Argentina, 2 de abril de 2025