Un Hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa.
Que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todos los hombres en el fuego del divino amor.
Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias; se alegra en los tormentos y dolores que sufre y se gloría en la cruz de Jesucristo.
No piensa sino cómo seguirá e imitará a Cristo en orar, en trabajar, en sufrir, en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de los hombres.
Inmaculado Corazón de María
Somos Hijos del Inmaculado Corazón de María, es nuestra guia espiritual, madre, fundadora, formadora y protectora.
Llevamos el evangelio por todo el mundo como hijos de la Virgen que arden en caridad y que abrasan por donde pasa.
Martires de BarbastrO
"Testigos de la fe y del Evangelio, Mártires de Barbastro, gloria de la Congregación y de la Iglesia, anuncio del Señor resucitado, profetas del amor y la esperanza, Mártires Claretianos.”
Nos inspiramos en la fe y el perdón sin duda de los 41 seminaristas claretianos de Barbastro quienes dieron su vida por no negar su amor a Cristo.
Beato de Jesús Anibal Gomez
Como los martires de barbastro, Jesús Anibal Gomez oriundo de Tarzo, Antioquia en Colombia, entrega su vida por su devoción y fe a la edad de 22 años en España, donde realizaba su proceso vocacional.
Nuestro nombre es: Misioneros Hijos del Corazón de María. O, más comúnmente, Misioneros Claretianos
“Ser claretianos” es nuestro modo de ser hombres, cristianos, religiosos, apóstoles, y -algunos- sacerdotes.
Somos y nos sentimos hijos amados de Dios y de María, con todo su corazón.
Vivimos en familia, nuestra Congregación
Nuestra familia fue suscitada por el Espíritu Santo en la Iglesia hace dos siglos por medio de S. Antonio María Claret.
Unos somos sacerdotes y otros laicos, de muy diferentes países y con culturas diversas, pero todos hermanos.
Con un peculiar estilo de vida: arder en caridad
Dios nos hace arder en caridad hacia él y el prójimo.
Dios nos ha concedido el don de seguir a Cristo y proclamar el Evangelio yendo por el mundo entero.
Nuestro camino: ser discípulos de Jesús
Como Jesús buscamos la gloria de Dios y la salvación de los hombres orando, trabajando y sufriendo.
Asumimos el modo de vida de Jesús y de la Virgen María: en pobreza, castidad y obediencia.
Nuestra misión: encender a todo el mundo en el fuego del amor de Dios
Somos enviados a anunciar la vida, muerte y resurrección de Jesús en que todos se salven por la fe en Él.
Compartimos las angustias y esperanzas de los hombres buscando la transformación del mundo según el designio de Dios.
Nuestra misión se nutre de la Palabra de Dios y de la eucaristía
Se irradia en el mundo bajo el signo de la misericordia y la ternura, que aprendemos del Corazón de María.
Se dirige sobre todo a los que son excluidos del amor de los demás y sufren las consecuencias de la injusticia de este mundo.