
La visita fraterna a la comunidad de La Esmeralda en Quibdó ha sido una oportunidad para reafirmar la comunión entre el Gobierno Provincial y la comunidad local, con el objetivo de fortalecer la vida misionera. Fue un tiempo de encuentro, diálogo y reflexión profunda, donde se abordaron temas esenciales para nuestra misión y vida en común.
Encuentro y Oración Comunitaria
El encuentro comenzó con una oración, un momento para reunirnos como comunidad y recordar que nuestro llamado a convivir juntos es un regalo sagrado. La reflexión se centró en la comunidad de los apóstoles, recordando que Jesús no eligió a los perfectos, sino a aquellos que quiso llamar a su lado, con sus virtudes y defectos. Nos invitó a formar un solo cuerpo en Cristo, a aceptar las diferencias de cada uno y a acoger incluso al «Judas Iscariote» que a veces traiciona con la duda o la falta de caridad. La oración finalizó con un llamado a ser «un ladrillo vivo en el templo de tu Iglesia,» construyendo un hogar donde nadie se sienta excluido.
Se utilizaron textos de los Hechos de los Apóstoles sobre la vida en común (Hechos 2, 42-47) y se complementó con la lectura de las Constituciones, que señalan que la vida fraterna se nutre de la Eucaristía y la oración, se fomenta con un estilo de vida familiar sincero, y se fortalece con la participación en el gobierno de la comunidad.
Reflexión sobre lo que da «Sabor» a la vida
Uno de los momentos más significativos de la visita fue la reflexión guiada por el texto de Luis Alberto Gonzalo Diez.
«¿QUÉ DA SABOR A MI VIDA?». La pregunta central es qué es lo necesario y sustancial en la vida, y qué es lo circunstancial y prescindible. Esto nos llevó a un diálogo sincero sobre la insatisfacción que a veces surge en la vida comunitaria, cuando las formas propuestas no «tocan» nuestra opción fundamental. La comunidad no está en crisis, sino que lo están algunas de sus realizaciones, esos «moldes obsoletos» que ya no se identifican con el presente.
Se nos animó a descubrir el sentido de nuestra vida, lo que le da un sabor «inconfundible y real,» y a compartir nuestra existencia de forma que nuestro color personal, lejos de desaparecer, crezca y fructifique. La comunidad, más que morir por su debilidad física o numérica, muere cuando sus miembros se conforman con la rutina y la apariencia, en lugar de vivir una vida con protagonismo y sentido.
El diálogo comunitario que siguió a la lectura fue enriquecedor. Escuchamos las alegrías, sueños, y también las dificultades que enfrentan los miembros de la comunidad. Se reafirmó el compromiso de mejorar aquello que distrae de la tarea evangelizadora y de asumir con mayor empeño la dinámica pastoral.
Proyectos y Compromisos
Durante la visita, se hizo un seguimiento al proyecto comunitario; por ello se preguntó si ya se había elaborado y el compromiso de reunirse y enviarlo lo antes posible a la Secretaría Provincial. Se conversó de igual manera, sobre la vida vocacional de los misioneros, su
salud, estado de ánimo y satisfacción en su actual destino. También se hizo un llamado a asumir el Plan Provincial de Vida Misionera 2022-2027 y se abordó la economía local, la ejecución del presupuesto y las necesidades de la comunidad y la pastoral.
Se enfatizó la necesidad de que la comunidad elabore su propio proyecto, para que las pastorales funcionen de la mejor manera posible. Además, se hizo hincapié en la importancia de «Espacios seguros en la Iglesia» y en el protocolo de protección a menores y personas vulnerables, que cada miembro de la Provincia deberá firmar una vez que se adapte a las exigencias del Gobierno General.
Encuentro en la Uniclaretiana
Además de la visita fraterna, tuvimos la oportunidad de visitar el Campus de la Uniclaretiana, desde donde se realizan gran parte de las actividades. Fue inspirador ver el trabajo que se lleva a cabo en este espacio educativo.
El Viernes 12 de Septiembre, el P. Armando tuvo la oportunidad de colaborar en las ceremonias de grado que se realizaron en la mañana, un momento de gran alegría que resalta nuestro compromiso con la formación y la misión.
El encuentro comunitario finalizó con una oración pidiendo por la comunidad, para que, como misioneros, podamos amarnos mutuamente, descubriendo en cada hermano un signo sensible de la presencia de Cristo.
Reflexiones Finales
Esta visita ha sido un recordatorio poderoso de que la comunidad es un lugar donde el amor se hace visible y la fe se fortalece. No se trata de mantener apariencias o rutinas, sino de vivir una vida con sabor, donde nadie tiene que dejar de ser él o ella misma para ser otra cosa. Sigamos construyendo una comunidad donde la verdad y la confianza crezcan, y donde el silencio no impida el diálogo que da sabor a la vida.


